Indisociable del arte por la libertad creativa que muscula a los creadores, pero, al mismo tiempo, enraizado a la industria por las implicaciones económicas que penden de sus obras, productos de consumo. La cultura popular japonesa mira al futuro, al ir de la mano de los punteros tecnológicos del país, si bien no puede olvidarse jamás de los motivos que la atan al rico sustrato folklórico nipón. ¿Qué kami se esconderá tras el rostro impenetrable de Hatsune Miku?

Hablamos de kami, pero el J-pop es un fenómeno de alcance mundial. Pensamos en Japón, pero es tentador considerar el monopolio de Nintendo patrimonio de todos. Los otaku han invadido los hogares de aquellos que se criaron viendo a Doraemon en sus pantallas y llevamos ya Pokémon en nuestro bolsillo. La songokumanía es “muy nuestra” y, sin embargo, aún reconocemos una obra japonesa, del tipo que sea, como un fenómeno único e inimitable.

Pikachu-Parade

Entender la televisión japonesa

Llegó al archipiélago en 1937 y ha venido recabando adeptos a lo largo de las décadas. La “caja tonta”, como aquí gustamos llamarla, fue en Japón un auténtico santuario para todos aquellos sarariman que regresaban a casa tras largas jornadas laborales. Les esperaba el televisor, ofreciendo una parrilla tan estridente como institucionalizada, llena de dorama (culebrones japoneses), anime y programas de variedades genuinamente nipones.

Según estadísticas del Ministerio de Interior y de Comunicaciones, un japonés dedica 3 horas y 40 minutos de su día a ver la televisión, cifra que asciende a las 4 horas y 10 minutos los fines de semana. Las principales cadenas televisivas japonesas: NHK, Nippon Television, Fuji TV, TV Asahi y Tokyo Broadcasting System (TBS). Todas ellas son humus de un interés cultural insondable, que solo los nuevos portales de alojamiento de vídeo (como Youtube o Nico Nico) han sabido desbancar. La guerra mediática marcará el futuro del panorama televisivo nipón.

Tres tipos de programas televisivos en Japón

Tokio
  • Shows de humor absurdo. Al estilo de Takeshi-jo/Takeshi’s Castle de Beat Takeshi Kitano, aquí importado como Humor amarillo, y que explotaba el humor más ofensivo y verde posible bajo las licencias del owarai.
  • Programas de variedades, de pruebas extremas y otros nuevos formatos. Muy variados, entre los que destacan Sasuke, dedicado a los deportes extremos desde 1997, o Oshaberi Cooking, estrella de TV Asahi desde 1995.
  • Los popularísimos tv dorama, culebrones de la televisión japonesa que se ofician semanalmente desde los años 60. Los dorama de mañana, dirigidos a las amas de casa, son llamados asadora (asa, “mañana”).

Claves para entender la música en Japón

Por increíble que parezca, los artistas nacionales y las bandas autóctonas de pop ligero triunfan y venden en Japón al mismo nivel –incluso más– que los grupos internacionales. La industria musical nipona es la segunda del mundo, solo por detrás de EE.UU. ¿Cuál es el secreto de este mercado autárquico, forjado a hierro?

En los albores de la música japonesa moderna, durante la era Showa (1920-1959), convivieron las canciones ryukoka (temas populares de marcado sentido simbólico, que luego darían lugar al muy melancólico enka), las kayokyoku (pop emotivo, que triunfó durante la Segunda Guerra Mundial), con distintas olas de jazz importado y adaptado en las ongaku kissa (bares musicales) y demás locales nocturnos.

1956 representa el inicio de la escena rock y rockabilly japonesa: empiezan a venderse discos de Elvis Presley, un auténtico boom, y se funda la primera banda de rokku, Sons of Drifters, cuyo cantante llegó a posicionarse como la primera celebrity de la música japonesa de la historia, entrando en el Top 10 estadounidense de 1958.

Skytree-Tokyo

En los 60 y los 70 reina la psicodelia, que ha relegado el rock clásico y las kayokyoku a meras anécdotas del pasado: son los años del ereki boom (boom por lo eléctrico), que emulaba los sonidos de los Beatles. Aún recordamos a grupos como The Jacks, Les Rallizes DesNudes o Happy End, cuya Kaze wo atsumete adquirió una popularidad tremenda gracias a la película Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003).

Para escuchar el presente: Visual Kei, J-Pop y el fenómeno de los idols

Los años 80 y 90 pertenecieron, sin duda al Visual Kei y al J-Pop. Los desgranamos, brevemente:

El Visual Kei fue un movimiento, nacido del J-rock, el punk japonés y el glam rock, cuyos integrantes se embadurnaban esperpénticas cantidades de maquillaje y vestían looks extremos, a menudo para conseguir una estética andrógina. Indispensable para la historia del Visual Kei es la banda X, formada en 1982 por Yoshiki y Hideo Matsumoto.

El término J-pop fue creado por los medios nipones para distinguir la música pop autóctona de la creada por artistas foráneos, y reemplazar al mismo tiempo el añejo género del kayokyoku. Era un lavado de cara necesario para preparar el mercado nacional ante la llegada de los idols, las caras más bonitas de Japón (kawaii) que trataban de habitar el panteón musical nipón durante un tiempo que, se sabía, era limitado. Productos de consumo gestionados por agencias de talento, han sido especialmente conocidos por grupos como AKB48 o películas como Perfect Blue (Satoshi Kon, 1997).

El fascinante mundo de los videojuegos japoneses

Akihabara-Arcade

El ocio electrónico japonés domina el panorama actual, con las popularísimas PlayStation 4 (Sony) y Nintendo Switch (Nintendo) como binomio de creatividad y ambición para todos los públicos.

Vendrían del Este a rescatar a los norteamericanos, que en 1983 habían hundido su propio mercado a base de exceso de oferta videolúdica rimbombante, pero vacía. Nintendo, capitaneada por Masayuki Uemura y Shigeru Miyamoto, a quien encumbramos padre del videojuego japonés, lanzaría en 1986 tres de los títulos más importantes de la historia: Super Mario Bros, The Legend of Zelda y Metroid, este diseñado por Makoto Kano y Hiroji Kiyotake.

Bandera blanca en la guerra con Nintendo

Hayao Nakayama, de la filial de Sega en Japón, quiso combatir el ascenso imparable de Nintendo con la consola SG-1000 y la Mega Drive, que no ganarían la carrera de los píxeles pero sí dejarían a personajes tan memorables como Sonic, el erizo, ideado por Yuji Naka y diseñado por Naoto Ohshima.

Bowser--Nintendo

¿Quién, para plantar cara al gigante de Nintendo, que copaba el mercado del videojuego familiar? La clave la encontró Sony, que dirigió la primera PlayStation a un público más adulto. En una convivencia muy «a la japonesa», los noventa fueron los años de Sony, que hospedó en su consola títulos como Final Fantasy VII (SquareEnix), Resident Evil (Capcom), Gran Turismo (Polyphony Digital) o Metal Gear Solid (Konami).

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Descubre Japón | Cultura: bajo el influjo de la estética

VOLUMEN V. IV: ARTE POPULAR, CULTURA DEL SIGLO XXI

La vislumbramos a diario, entre las estanterías de cualquier librería o tienda de ocio asiático, pero aún no nos explicamos su magnitud. La cultura pop japonesa seguirá siendo un elefante en la habitación hasta que no podamos descifrar sus claves. Para descubrir más sobre el arte popular japonés, te recomiendo comprar el volumen VIII de Japón, el archipiélago de la cultura. En Amazon, lo encontrarás al mejor precio.

Absurdo, chillón, violento y desmesurado. Visitar un salón de recreativas, pasear por los atiborrados pasillos de una tienda de coleccionismo o navegar por las indescriptibles parrillas televisivas significa zambullirse, aunque sea brevemente, en un universo que no comprendemos del todo, pero que no tardamos en juzgar con cualquiera de los atributos que abren este párrafo.

Tan lícito es hacerlo como querer contemplar el panorama del arte popular japonés desde una óptica informada y solícita al aprendizaje perpetuo, una perspectiva que el octavo volumen de nuestro particular recorrido pretende facilitar. Contemplaremos el mundo del desarrollo de videojuegos japonés con Pablo Algaba, quien ofrecerá un paseo detenido por la historia de los grandes iconos y una consideración detallada del estado del mercado videolúdico hoy día.

Akihabara-Tokio

Eduard Terrades será el responsable de analizar en profundidad dos de los grandes polos industriales sobre los que se erige el entretenimiento de masas: la televisión, su intricado sistema de cadenas y las raíces comunes de su tan dispar oferta, y la música, que es aún hoy día una fuente de ingresos brutal, incomparable al panorama occidental. Desde la sociología, con cifras tan ciertas como descabelladas, acompañaremos a Oriol Estrada en su particular retrato del otaku, consumidor perfecto del paisaje de brillantina del mundo idol que cada día inunda los hogares de millones de japoneses.

Qué nos puede decir esto de nuestro propio sistema cultural y de nuestros prejuicios ante la otredad estética y simbólica nipona, eso, es algo que quedará para beneficio de la reflexión personal. Deseamos que, con la ayuda de estas manos expertas, Japón nos quede un poco menos lejano.

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