Japón como nadie te lo había contado antes: Historia, Religión, Sociedad, Literatura, Arte, Artesanía, Tradición, Gastronomía, Viajes.

 

Más de 3500 páginas en 13 volúmenes (de venta individual) escritas por los 55 mejores expertos, entre ellos: Carlos Rubio, Fernando Sánchez Dragó, Florentino Rodao, Luis Pancorbo, Luis Racionero, Javier Reverte, así como, María Dueñas, Menene Gras, Mercè Torra, Montserrat Crespín, Noni Lazaga, Raquel Bouso… 

 

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SOMBRA-LUZ

La artista multidisciplinar Noni Lazaga desgrana los conceptos básicos para entender el pródigo humus en el que se arraiga la cultura japonesa.

[…] Los papeles japoneses que construyen los shoji o puertas correderas permiten que la luz entre como una veladura en las estancias y flote tamizada creando sensaciones etéreas, algo similar a la emoción de las atmósferas que podemos ver en los interiores de las pinturas de Velázquez, donde se vislumbra el aire.

Como señala Tanizaki en su obra El elogio de la sombra, […] la claridad y la penumbra están en la misma línea, pero gana la penumbra como deleite porque además en esa penumbra se intuye casi el paso del tiempo, la pátina, ese tiempo que nos remite a esos valores procedentes del zen como el sabi y el wabi, sin los cuales es difícil entender la estética japonesa. Pero sobre todo, la búsqueda de la sombra nos acerca a esa acepción de ese otro valor, el yugen que, fiel a su etimología y significado, encarna lo oscuro y lo misterioso como ideales de la belleza.

Lo nacido en la sombra se preserva, como el musgo tan querido y mimado por el pueblo japonés. Basta recordar el gozo que provoca uno de los jardines más preciados de todo Japón, el conocido como Kokedera y cuyo significado literal «templo del musgo» nos permite imaginar la importancia de sus más de cien variedades de musgo. […]

SILENCIO-RUIDO

La relación entre el silencio y el ruido es curiosa en Japón, y los pienso como elementos complementarios por lo absoluto de su aparente significado en esta cultura. El silencio aquí no es una falta de sonido, al igual que el vacío no significa falta de elementos, sino que ambos son la construcción de un lugar y un no lugar en el que se desarrolla la identidad y donde se dan las acciones a través de una comunicación en silencio.

Un mundo de pequeños gestos y matices que solo pueden suceder y apreciarse a través de ese mismo canal de silencio. Es más, igual que hablamos de la «velocidad del sonido», durante mi estancia en Japón yo llegué a pensar en la «velocidad del silencio«. […]

[…] Sin embargo, ese silencio que casi propicia la telepatía, y por lo tanto la comunicación ausente de sonido, se rompe de la manera más estrepitosa por el ruido incesante de las máquinas y reproducciones de voces humanas que informan constantemente y de forma repetitiva en los lugares públicos, especialmente en las ciudades.

Desde las calles y los centros comerciales hasta los transportes públicos, unas voces, ora masculina ora femenina, que parecen abarcarlo todo, te acompañan constantemente hasta el punto de que cuando no las escuchas, las puedes llegar a echar de menos; como si algo faltase en el decorado estrambótico del canturreo urbano.

[…] El ruido bulle en las grandes ciudades y se amansa en la tranquilidad del campo, sin embargo aún nos sorprende cuando en algunas pequeñas localidades rurales suena de repente una musiquilla alegre —siempre la misma—, a las doce de la mañana, que nos recuerda que es la hora de comer. […]

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VACÍO-LLENO

El occidental cree que conoce el vacío cuando, en realidad, lo que conoce es la traducción de ese vacío. El vacío occidental desde el siglo XX se ha ido definiendo a través de la síntesis de formas y la abstracción.

La estética del vacío en las artes a través de los movimientos minimal o de la famosa frase de Van der Rohe “menos es más”, e incluso la visión lleno-vacío procedente de la abstracción expresionista o informalista, no hace sino llegar a ese vacío utilizando la capacidad de sustraer. No pongo, luego creo vacío. Sin embargo, el vacío en Japón y la vacuidad son conceptos repletos, llenos, a los que no se llega a través de la sustracción, sino a través de la adicción de nada, es decir, se construye el vado.

[…] El vado en Japón lo vemos ligado al mu, a ese vado que se relaciona con la iluminación y la meditación activa, con las artes y con los jardines zen de rocas o karesansui, etc. Y da la sensación de que ese vacío es tan natural como el propio archipiélago, en medio de la nada del Pacífico.

[…] El concepto de vacío, tan buscado y esperado por los occidentales que visitan Japón y del cual disfrutan en sus visitas a templos y jardines, contrasta con la falta de espacio en las ciudades.

En lo lleno, todo parece un bazar ordenado como sus interminables grandes almacenes y donde cada cosa tiene su función —sacarla de contexto no parece muy buena idea, algo que sin embargo contrasta con esa idea de la mutación constante—. Superposición y acumulación de objetos sin razón aparente, excepto el propio consumismo, que fascina al occidental y hace difícil atravesar una ciudad cada día sin llegar con algún objeto innecesario en las manos. […]

PASADO-FUTURO

Aterrizar en Tokio o en otra gran ciudad japonesa ya es en sí un acto que nos traslada al futuro de manera inmediata. La imagen de tantas películas de ciencia-ficción y el anime japonés probablemente tienen mucho que ver con ello. Uno se siente pequeño, minúsculo, mientras voces que no comprende lo acompañan y caligrafías que no puede descifrar lo miran.

[…] En las grandes estaciones, donde abundan las salidas a diferentes calles alejadas unas de otras, más vale acordarse o grabar con el móvil por donde se entra si no se quiere perder la referencia y acabar viviendo una sensación kafkiana.

Cualquier ruta escogida nos traslada a un tiempo y espacio en el que disfrutamos del presente mientras nos movemos entre el pasado y el futuro. Un simple paseo por Asakusa, en Tokio, nos remite al espíritu tradicional japonés. El templo budista Senso-ji y el santuario sintoísta de Asakusa nos recuerdan que en Japón conviven varias religiones desde el pasado. Difícil de olvidar la famosa puerta Kaminarimon (“puerta del Trueno”) con su enorme lámpara roja caligrafiada.

[…] Y es que el viaje a Japón supone un antes y un después. Por mucho que uno imagine, lea, investigue, busque por internet o disfrute de espectaculares fotografías, nada de ello será comparable a la experiencia de aterrizar en un país que de norte a sur ofrece una naturaleza salvaje, que se extiende desde los grandes bosques de Hokkaido hasta los arrecifes coralinos de las islas de Ryukyu.

 

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