Tradiciones de Japón. El pasado es presente

Termina la temporada de lluvias y los días se acortan sin prisas; empieza a hacer frío. Los meses pasan y las estaciones los siguen. Poco podría importar eso para una población mayoritariamente urbanizada, conectada a los ritmos de la naturaleza de forma rutinaria y solo a través del ethos, de esas costumbres y celebraciones que van perdiendo sentido con los años, hasta quedar en la nada.

Sin embargo, el idioma japonés aún conserva una piedra preciosa de su pensamiento, que evoca un arraigue férreo, casi obtuso, con el substrato natural. Se trata del kachofugetsu, traducido literalmente como “flor, pájaro, viento y luna”. Este concepto estético designa la capacidad de descubrir que la naturaleza cambia, y nosotros con ella, con el paso de las estaciones. La luz en una mañana de invierno no es la misma que en verano.

Mt-Fuji-and-autumn-leaves-on-the-shore-of-Lake-Kawaguchi-Yamanashi

¿Cómo ha arbitrado el sentir natural nipón la concepción misma de calendario? Y, por tanto, ¿qué es digno de celebrar para un japonés?

El calendario japonés: pautas de vida

Con meses de 29 o 30 días, y un decimotercer mes para cada dos o tres años, el calendario lunisolar (kyureki) fue el único modelo aceptable de catalogación del tiempo hasta 1873, cuando fue sustituido por el solar (occidental).

El kyureki proponía una forma particular de dividir el año, con la ayuda de los veinticuatro “términos solares”, sub-estaciones que determinaban los equinoccios y los tiempos de cultivo del arroz. Hoy día sigue siendo el patrón empleado para organizar los festivos nacionales.

Para ajustar la versión original china del kyureki a los fenómenos climáticos de Japón, se fundaron los zassetsu, marcadores estacionales complementarios que dieron lugar a festividades arcaicas, muchas de las cuales injustamente obviadas por el visitante occidental, pendiente solo de ver los clásicos cerezos en flor (hana-mi).

Aomori-city-Nebuta-Festival

Festividades más importantes del año nipón

En la actualidad, de entre los días de cambio de estación (gosseku), destacan:

  • el jinjitsu (7 de enero, cuando se come sopa nanakusa gayu para atraer a buenos augurios);
  • el joshi o Hina Matsuri (3 de marzo, la fiesta de las niñas, con las muñecas hina ningyo);
  • el tango (5 de mayo, fiesta de los niños, con carpas);
  • el tanabata (7 de julio, cuando se escriben deseos y se piden cosechas abundantes);
  • el choyo (9 de setiembre, la fiesta de la flor de crisantemo).

De ellas, solo el tango sigue siendo uno de los 16 días festivos nacionales, entre los cuales encontramos, por ejemplo, el Día de la Mayoría de Edad, el cumpleaños del emperador, el Memorial de la Constitución, el Día de Agradecimiento al Trabajo o el Día del Respeto por los Mayores.

Las principales ceremonias familiares japonesas

A pesar de la situación precaria en que se hallan que las raíces religiosas de un país totalmente irreligioso, las celebraciones familiares en Japón –consideradas hare, día “inhabitual”– siguen obedeciendo a un acrónimo ancestral de cuatro kanji: kan-kon-so-sai.

Kan se asocia a ritos relacionados con el nacimiento y la mayoría de edad (como el shichi-san-go), kon representa las nupcias (kekkon, boda), so remite a los funerales (budistas, en su mayoría) y sai designa las ceremonias de veneración ancestral, como el bon u Obon (la fiesta de los muertos).

Boda

Dos grandes eventos culturales en Japón

Los festivales matsuri

Son un ritual colectivo basado en creencias religiosas, en tradiciones o en la memoria histórica de cada comunidad. Originalmente destinados a adorar a las deidades y a los antepasados, hoy día constituyen actos festivos no tan ligados a la religión. Verano, testigo de la riqueza de los campos, es la estación destinada a la celebración de la mayor cantidad de festivales: es muy popular, por ejemplo, el Gion Matsuri de Kioto.

Un matsuri suele ir acompañado de un desfile con música tradicional (matsuri bayashi), baile, un santuario portátil (mikoshi) y carrozas decoradas. Además, habrá tenderetes ambulantes (yatai, yomise, roten o tekiya) y puestos de entretenimiento para niños, con la pesca y el tiro al blanco como actividades estrella.

Torneos de artes marciales. El caso del sumo

Quizás el más incomprendido de todos los deportes de Japón, el sumo ha sobrevivido durante siglos como un ejercicio anacrónico e hiperbólico, en que tanto importa la pelea encima del cuadrilátero (dohyo) como los anteriores pasos de purificación y honra de los combatientes. Los mejores luchadores de sumo japoneses (yokozuna) fueron tradicionalmente considerados iconos nacionales y han dejado una constelación de nombres legendarios, como Chiyonofuji (1970-1991) o los hermanos Hanada (1990-2003).

Sumo

Peor valorados son los contendientes (rikishi, también llamados osumosan) internacionales, que ponen en riesgo una supremacía incuestionada, dada por hecho, durante décadas por parte de los nipones: son especialmente destacables los sumokas americanos, hawaiianos y mongolos. Actualmente, el mejor sumoka del mundo es mongol: su nombre es Hakuho y su imbatibilidad hace rabiar a los altos podios japoneses.

Algunas palabras clave para entender el sumo: basho (torneo), banzuke (sistema de clases según victorias), senshuraku (último día de un torneo, importantísimo).

Onsen y ryokan: cuando el cuerpo pide pausa

También los códigos del alojamiento tradicional están altamente tipificados, con dos grandes destinos turísticos como favoritos: por un lado, los onsen, fuentes termales naturales, calientes y cargadas de minerales por su contacto con los volcanes (hay alrededor de 3000 repartidos por todo el territorio japonés).

Los baños propiamente dichos pueden estar en el interior de un edificio o al aire libre (rotenburo), separados para hombres y mujeres o, menos frecuentemente, mixtos (konyoku onsen). Pueden ser municipales o encontrarse dentro de suntuosos ryokan, entre tatami y discretas puertas correderas (shoji). Los ryokan, por su parte, suelen ser hoteles tradicionales pequeños, llevados durante años por distintas generaciones de una misma familia.

Hoshinoya-Karuizawa

En ocasiones, los ryokan forman pequeños pueblos, en los que es muy habitual ver a bañistas paseando, vistiendo unos albornoces de algodón y zapatillas de madera a la vieja usanza.

[H2] Nada se oculta tras la máscara: etiqueta de los banquetes con geishas

Otra forma de viajar al pasado es atisbar, quizás de lejos, los andares discretos de una geisha. Se distinguen fácilmente, por el kimono y por la característica cosmética (biyo) que emblanquece su rostro y cuello. Esta imagen, explotada como reclamo turístico, evidencia sin embargo que prácticamente nada se sabe de un colectivo que lleva 350 años cambiando de máscara y de identidad, como si detrás nada se escondiera.

Los banquetes con geishas y sus aprendices maiko (ozashiki) son caros y extremadamente difíciles de reservar, pues se celebran solo para invitados selectos en las casas de té tradicionales (ochaya). No obstante, si se diera el caso, un banquete es una oportunidad única de disfrutar del oshaku, la famosa etiqueta japonesa del servicio de sake. En un arranque de comunión ritual, se vierte sake para los otros invitados, pero nunca a sí mismo.

Comprar libros sobre “Tradiciones de Japón” en Amazon

portada libro tradiciones en Japon comprar en amazon

Descubre Japón | Tradiciones

VOLUMEN VII: TRADICIONES

Habrás reparado en la multitud de vías que toma la tradición en Japón: ¿cómo entender sino la pervivencia de celebraciones, venidas de un pasado siempre presente? Para descubrir más sobre las tradiciones japonesas, te recomiendo comprar el volumen X de Japón, el archipiélago de la cultura. En Amazon, lo encontrarás al mejor precio.

Al décimo volumen de este proyecto corresponde una de las facetas más esenciales y profundamente incomprendidas por el visitante occidental: el primoroso respeto hacia tradiciones que, sin embargo, han sido sujeto de incontables mutaciones e incorporaciones, bajo un proceso de occidentalización y capitalización radical.

Introduciéndonos por la vía básica de la relación cotidiana y ritual con los tiempos de la naturaleza, gracias a un esclarecedor texto de Eduard Terrades, concretaremos una panorámica amplia y detallada por el calendario japonés, tan diferente al nuestro, en la fructífera colaboración entre Michiko Tsuboi y Shoko Yamamoto.

Magistral y cercana, la pluma de Tsuboi nos describirá otras dos ramificaciones del festejo nipón: los popularísimos matsuri y todo el abanico de ceremonias familiares asociadas a los momentos de cambio, ya sean ritos de nacimiento, bodas ampulosas o discretos actos funerarios.

Kioto

Con Carlos Rubio encontraremos también rastros del mundo flotante de antaño en las misteriosas figuras de las geishas, y los dos destinos vacacionales predilectos del japonés fatigado, el ryokan y el onsen serán objetos de estudio privilegiado a continuación, en los artículos de Javier Vives y Mercè Torra, respectivamente.

Invocábamos la presencia de la geisha como pervivencia fundamental de un pasado lejano: siguiendo a Torra no podemos, sino, fijar nuestra mirada en la cosmética (biyo), básica en la historia de su arte y uno de los aspectos en que Japón más aventajado corre respecto a sus competidores globales.

El cuerpo japonés en toda su complejidad, y así es que acabemos este recorrido con una vista al indiscutible patrimonio cultural e histórico que suponen las artes marciales, que aborda Marcos Sala y que Eduardo de Paz enfocará al misterioso mundo del sumo, lucha de dioses. Deseamos que, con la ayuda de estas manos expertas, Japón nos quede un poco menos lejano.

También te puede interesar estos post para descubrir más sobre Japón: